En busca de vocaciones en Arte y Ciencias

 

La Universidad Complutense organizó por primera vez un campamento para acercar los estudios y las becas a 27 jóvenes en situación de vulnerabilidad. Octubre 2021.

Entre antiguas balanzas, morteros y frascos, los jóvenes aprendieron ayer que fueron los boticarios quienes acuñaron la expresión ‘no hay tutía’, el nombre del óxido de zinc que utilizaban los farmacéuticos para elaborar muchos medicamentos. Después de las curiosidades del Museo de la Farmacia Hispana visitaron un taller de la Facultad de Bellas Artes, donde practicaron la técnica del ‘gyotaku’, un método japonés para estampar peces con pincel y acuarela. Esas dos actividades solo ocuparon la mañana del martes. Su calendario de actividades (del 5 al 18 de julio) es apretado: observar el sol a través del telescopio de la Facultad de Física, diseñar esculturas de Giacometti, entrar en los quirófanos del Hospital Clínico Universitario donde operan a los caballos, anillar aves en El Escorial, jugar al voléibol, disfrutar de noches de cine y debates…

Los jóvenes, durante su visita al Museo de la Farmacia Hispana de la Complutense – E. A.

El objetivo de esta experiencia breve e intensa es fomentar las vocaciones científicas y artísticas —las llamadas carreras Steam (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas)— a través de las instalaciones singulares de la Complutense. Algunos ya tienen clara la suya. Rofaida Arbaoui, de Villaverde Alto, está matriculada en Economía Analítica y Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia de Comillas Icade. «Sí, somos de barrios obreros», dice, con una sonrisa. ¿Son buenos estudiantes? «Claro, estamos becados», sonríe aún más. Oumaima El Asfari (17 años, Segovia) optará por Física: «Hemos aprendido que es importante tener contactos en cualquier lado, tanto de una carrera como de otra». Claudia Rastrojo, una joven de 17 años del Ensanche de Vallecas, prefiere Ingeniería de Energías. Estos días en el campus le han mostrado que «la vida universitaria es mucho más que la carrera».

Rofaida Arbaoui, de Villaverde Alto, una de los 27 jóvenes preuniversitarios que participan en el programa – E. A.

Abrir sus puertas

Al margen de despertar el interés por el arte y las ciencias, el programa pretende impulsar el trabajo colaborativo entre los estudiantes. Una de las actividades les presenta el trabajo de Igem, los equipos de investigación universitarios que compiten en torneos internacionales. «La universidad es mucho más que lo que puedan hacer profesionalmente, es construirse en realidad como persona, es descubrir lo importante que es el trabajo en equipo», detalla la asesora del vicerrectorado que supervisa el campamento y profesora de Ciencias Biológicas, Mercedes Echaide.

El programa piloto es una extensión del trabajo de los últimos años de las fundaciones sin ánimo de lucro Dadoris y Tomillo, que han acompañado a estos jóvenes durante bachillerato en varias ciudades españolas. El vicerrectorado de Estudiantes de la Complutense está ultimando sendos convenios con estas asociaciones y un tercero con el Ayuntamiento de Madrid para dotar a los estudiantes de becas de alojamiento y manutención que les permitan estudiar la carrera de sus sueños.

En apenas quince días, el campamento pretende abrirles las puertas que siempre han encontrado cerradas. «Que vean la universidad y los estudios como otra opción, que vean que existen muchas becas y mucho apoyo a los estudiantes vulnerables», asevera Echaide. A partir de las inminentes notas de corte decidirán su camino. Sea cual sea, la vicerrectora Rosa de la Fuente, que aspira a repetir la iniciativa, está contenta: «Se llevarán un poquito de la Complu».

Más de 4 millones de euros en becas

«El objetivo era que conociéramos un poquito de todo y revelarnos en qué consistía ser universitario», comentaba ayer Marta Martín, pincel en mano y en plena elaboración de su ‘gyotaku’. El campamento ha mostrado a los jóvenes las maravillas de la Complutense y, entre ellas, la oferta de becas a estudiantes en situación de vulnerabilidad. La institución ha destinado más de 4 millones de euros en ayudas (tanto socioeconómicas como de rendimiento académico) para el curso 2020-2021, un 42% más que el año pasado.

Desde que era pequeña y desde uno de los barrios más pobres de la capital, Marta Martín fantasea con ser pintora. Hace tres años, cuando cursaba 4º ESO en un instituto de Villaverde Alto, se apuntó a un programa de becas de la Fundación Tomillo. Durante tres años, Martín ha participado en clases de ciudadanía global, en debates y voluntariados, y ahora encara la recta final. Cuatro días antes de que se publiquen las notas de corte de la EvAU, colorea las escamas plateadas de un pez en un taller de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Junto a ella, otros 26 jóvenes en situación de vulnerabilidad asimilan que la vida universitaria sí es para ellos.

Es la primera vez que la Complutense pone en marcha un programa de estas características. El vicerrectorado de Estudiantes ha diseñado un campamento de dos semanas de inmersión en el campus de Ciudad Universitaria, en el que los 27 estudiantes duermen en el colegio mayor Antonio Nebrija y desarrollan un sinfín de actividades para encontrar su vocación. Proceden de Ceuta, Segovia, Cádiz, también de los distritos del sur de Madrid, y todos comparten un punto de partida. «Son jóvenes vulnerables que vienen de varios programas y de barrios donde muchas veces la universidad parecía inalcanzable», cuenta la vicerrectora de Estudiantes, Rosa de la Fuente, mientras los alumnos descubren los secretos que guarda la Facultad de Farmacia en una sala de los años cincuenta.

Entre antiguas balanzas, morteros y frascos, los jóvenes aprendieron ayer que fueron los boticarios quienes acuñaron la expresión ‘no hay tutía’, el nombre del óxido de zinc que utilizaban los farmacéuticos para elaborar muchos medicamentos. Después de las curiosidades del Museo de la Farmacia Hispana visitaron un taller de la Facultad de Bellas Artes, donde practicaron la técnica del ‘gyotaku’, un método japonés para estampar peces con pincel y acuarela. Esas dos actividades solo ocuparon la mañana del martes. Su calendario de actividades (del 5 al 18 de julio) es apretado: observar el sol a través del telescopio de la Facultad de Física, diseñar esculturas de Giacometti, entrar en los quirófanos del Hospital Clínico Universitario donde operan a los caballos, anillar aves en El Escorial, jugar al voléibol, disfrutar de noches de cine y debates…