Santos y Beatos a los que rezar en verano

Información extraída de un artículo de aleteia.org  

Adriana Bello

Vamos a pedirles para que intercedan en nuestras vacaciones,

A los que se van de campamento

Si vas a escalar una montaña o caminarla, invoca a Pier Giorgio Frassati, un apasionado del alpinismo que recorría la periferia de Turín para llevarle alimento, ropa, madera y demás víveres a las familias más necesitadas. No sólo te ayudará a recorrer el camino sino a hacerlo no sólo desde lo físico, sino también lo espiritual.

Para nuestras barbacoas

San Lorenzo es el santo de todos los cocineros, pero particularmente de los parrilleros. Su martirio consistió precisamente en que fue quemado en una hoguera, específicamente en una especie de parrilla de hierro. La anécdota es que, pasados unos minutos quemándose vivo, le dijo a uno de sus verdugos: “Ya estoy asado, por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo”. Por eso particularmente en Italia, cuando se hace hamburguesas o cualquier otro tipo de comida a la parrilla, se suele invocar a san Lorenzo para que no se queme la carne.

Por tu equipo de fútbol

Si estás disfrutando los partidos de la liga, no dejes de rezarle a san Luigi Scrosoppi, quien fue canonizado por san Juan Pablo II el 10 de junio de 2001. Dedicó su vida a ayudar a los niños y niñas más pobres, inculcándoles valores para la vida. Dicen que también los ponía a jugar fútbol porque con este deporte podían aprender muchas virtudes y habilidades.

Para que no llueva

Por más días al aire libre disfrutando de un buen clima, puedes rezarle a san Isidro Labrador. Patrono de los campesinos en España, fue acusado por sus compañeros labradores de holgazán, porque “en lugar de trabajar, rezaba”. Pero cuando el patrón fue a verificar la acusación, se dio cuenta que, aunque en efecto él llegaba una hora más tarde por estar en la capilla, en ese tiempo igual los bueyes araban la tierra como si estuvieran “guiados por un ángel”. Por eso se le considera protector de las cosechas y, por lo tanto, del buen clima que protege y asegura los frutos. De allí el canto popular: “San Isidro Labrador, quita el agua y pon el sol”.