“Los cuidados paliativos son la garantía para morir dignamente”

Entrevista al Dr.Miguel Fombuena. Responsable de la Unidad de Cuidados Paliativos y jefe de servicio de Medicina Interna del Hospital Dr. Moliner de Serra

Por PACO LLORENS |
A medida que uno se va alejando del ruido de la ciudad de Valencia hacia la Sierra Calderona, cruza por la autovía A-7 y deja atrás urbanizaciones y poblaciones, se encuentra con un paraje encantador, donde el único sonido que se oye es el cantar de los pájaros y las ramas de los pinos siendo movidas por el viento. Es un lugar de paz y bienestar.

Cerca de la población de Serra, en el interior del valle de Lulén, se instaló en el año 1272 la cartuja de Porta Coeli. Tras la desamortización de Mendizábal en 1833, y después de ser exclaustrada y subastada la cartuja –incluso embargada a sus primeros propietarios– será el doctor Francisco Moliner quien en el año 1899 funde en el interior de la cartuja un hospital especializado en enfermedades respiratorias. A finales de los años 30 del siglo pasado, el nuevo edificio será construido separado de la cartuja, –a la que volvieron los monjes en 1943– para poder seguir cumpliendo con sus obligaciones y convertirse en un hospital para atención a crónicos y pacientes de larga estancia.

Allí en ese hospital lleva más de 25 años dando su vida con entusiasmo, con rigor y profesionalidad, el doctor Miguel Fombuena. El doctor Fombuena, médico especialista en medicina interna, es el jefe de servicio de Medicina Interna y responsable de la unidad de Cuidados Paliativos de dicho hospital. Y hoy PARAULA se ha trasladado hasta el hospital Doctor Moliner, para conocer de cerca qué son los cuidados paliativos, cómo se trabaja con ellos, y qué pueden aportar al sufrimiento y al final de la vida de las personas. La unidad que regenta el doctor Miguel Fombuena, es referente en cuidados paliativos a nivel autonómico, fruto de ello son las muy fructíferas investigaciones y buenos resultados que se han obtenido a lo largo de este cuarto de siglo de existencia.

¿Cuántos pacientes atiende aproximadamente al año? ¿Cuántas personas solicitan cuidados paliativos?

En nuestra unidad atendemos entre 150 o 200 pacientes nuevos cada año. La unidad tiene una capacidad entre 23 a 29 pacientes, y unas habitaciones en régimen de habitación individual o compartida.

Si tuviéramos que definir en muy pocas palabras qué son los cuidados paliativos para un universo muy amplio de población, ¿qué podríamos decir?

Es una pregunta importante, no sólo para el conocimiento general de la población, sino también para el propio personal sanitario. Los cuidados paliativos son una forma muy especial de cuidar a aquellas personas que se enfrentan a una situación de final de vida, y cuando hablamos de final de vida no estamos hablando del hecho mismo de morir, sino de un proceso que se inicia desde que a la persona se le diagnostica una enfermedad que es incurable y le amenaza para continuar viviendo – más o menos esta es la definición de la OMS –.

Desde los cuidados paliativos atendemos problema de toda índole, físicos, sociales o emocionales, e incluso últimamente estamos poniendo mucho el foco en el entorno espiritual y existencial. Además, no se atienden sólo pacientes, sino que atendemos pacientes y a su entorno más cercano, que son las familias.

Para poder desarrollar todo esto necesitamos un equipo de trabajo, que está formado por personal médico, enfermería, psicología, trabajo social y otros profesionales que en un momento determinado puedan mejorar la atención de pacientes y familias (fisioterapeutas, especialistas en rehabilitación, musicoterapeutas, arteterapeutas…)

Tal y como dice la OMS, los cuidados paliativos proponen un modelo de atención integral, que cuida al paciente y a su familia, sin acortar ni alargar el proceso final de vida (ni encarnizamiento terapéutico ni práctica eutanásica).

Hábleme de la atención espiritual. ¿De qué manera los cuidados paliativos abarcan la fase espiritual de la persona y son sensibles a esta realidad de las personas?

Es un tema muy importante que desde los profesionales se está potenciando en los últimos años. De hecho, en mi tesis doctoral se hace referencia a la espiritualidad en clínica al final de la vida. El final de la vida para muchas personas puede ser una oportunidad para resolver o al menos plantearse aspectos relacionados con su espiritualidad. Releer su vida, reconciliarse con personas o situaciones pendientes, preguntarse por el sentido de su existencia, resituarse ante la trascendencia…

Las investigaciones actuales reafirman la idea de que aquellas personas que se encuentran mejor en el ámbito de la espiritualidad mejoran en el control sintomático del resto de sus problemas y, además, facilita el cierre de su proceso vital con serenidad y paz.

Todo ello obliga a los profesionales que atienden el final de vida a prestar atención especial a esta dimensión humana y a formarse en aquellas habilidades que permitan atender adecuadamente esta necesidad.

¿En qué medida ha marcado también a la medicina paliativa la pandemia de la covid-19? ¿Qué se ha descubierto o qué aspectos se han puesto en evidencia en esta crisis sanitaria?

La pandemia nos ha sobrepasado a todos, pero sí ha puesto el foco en aquellos puntos que estaban debilitados, como es la asistencia médica en centros residenciales y lo que es la formación del personal sanitario a la hora de acompañar el proceso de morir, tanto una cosa como la otra han generado en el personal mucha ansiedad; por tanto, es muy importante seguir formando al personal sanitario en lo que es la atención al proceso del final de vida: facilitar malas noticias, control sintomático…

Para la Administración, esta pandemia ha puesto de manifiesto que es necesario seguir invirtiendo para que estas necesidades se sigan cubriendo adecuadamente.

Hablemos de eutanasia… Lo que se plantea muchas veces es que los cuidados paliativos pueden ser alternativa a la eutanasia. ¿Esto es cierto?

El tema de la eutanasia es muy complejo, con muchas facetas y tantos aspectos como personas, porque, entre otras cosas, hace referencia clara al mundo de los valores más íntimos de cada individuo. Mi posicionamiento es fundamentalmente profesional y desde la experiencia de más de veinte años atendiendo a pacientes en situación final de vida.

Entiendo que la eutanasia y los cuidados paliativos son cosas completamente diferentes. Como decía al principio, la práctica profesional de los cuidados paliativos se enmarca en una atención que no pretende acortar ni alargar el proceso vital de una persona que se está muriendo. Otra cuestión es lo que se refiere a la regulación legislativa de la práctica eutanásica. Más allá de compartir o no este tipo de indicación, creo que no era el momento oportuno para promulgar esta ley, ni creo que el procedimiento haya sido el más adecuado, atendiendo a los resultados de unas encuestas generales, pero obviando, al mismo tiempo, las recomendaciones del Comité Nacional de Bioética.

Por otra parte, y sobre todo en el ámbito mediático, se asocia “muerte digna” a práctica eutanásica. En mis años de experiencia he visto transitar dignamente por el final de sus vidas a muchas personas sin necesidad de acelerar su proceso y no creo que la regulación de la eutanasia venga a garantizar la dignidad en el proceso de morir de la inmensa mayoría de las personas. No me parece correcto capitalizar el término “muerte digna” para una determinada práctica. La dignidad al final de la vida no se va a garantizar mientras queden por cubrir necesidades básicas que, en la práctica, no están cubiertas ni por el sistema sanitario ni por el social y que están mucho más relacionadas con una atención paliativa correcta.

Articulo publicado en PARAULA 13 febrero 2022. Reproducido en UNIR 9 marzo 2022