Irene, madre de 10 hijos: «Siempre me ponen verde, pero mi marido es más importante que mis hijos»

Irene Alonso acaba de publicar ‘Soy una madre normal’ en el que narra todo lo que supone para una mujer su día a día en un hogar con una familia numerosa.

Por DIÁLOGOS DE FAMILIA en ABC Multimedia 

Irene Alonso se considera una madre normal. Al menos así lo asegura en la portada del libro que acaba de publicar: ’Soy una madre normal’. En sus páginas explica cómo ha dedicado sus últimos 20 años a ser madre y esposa, «¡y a mucha honra!», confiesa. Su libro es una sucesión de aventuras, unas más dulces que otras, en las que narra lo que han supuesto sus once partos y criar a diez, puesto que la pequeña Nazaret falleció al poco de nacer.

Algunos de tus hijos han sido prematuros, incluso grandes prematuros, has conocido la UCI prenatal, has tenido partos de riesgo para ti y tu bebé, cuidas a tus diez hijos, te encargas de la casa sin ayuda alguna, manejas tus redes sociales, escribes un libro…

¿En qué te consideras una madre normal?

Pues en que no llego a todo, ¡como todas las madres! Llevo a los niños al cole, paso noches sin dormir, hago comidas, llevo citas de médicos, cambio pañales, limpio vómitos… Es decir, lo de todas las madres, con la diferencia de que lo hago para más gente. Hay que destacar lo bueno que tiene «lo normal» porque parece que estamos en una sociedad en la que hay que destacar por lo bueno o por lo malo. Debemos reivindicar la belleza de la normalidad, de lo cotidiano, que es lo que hacemos la mayoría de nosotros.

¿Cómo te organizas para lograr cuestiones básicas como que cada uno de tus hijos se haga la cama antes de ir al colegio o se sienten sin rechistar en su correspondiente mesa para hacer los deberes…? ¿Cuál es el truco?

Bueno, lo cierto es que hay algún día que uno no se hace la cama y otros en que no quieren hacer los deberes. Lo más importante es fomentar su autonomía desde que son pequeñitos. En una familia como la nuestra, en la que no puedo estar pendiente todo el rato de los diez, es necesario también confiar en ellos, aunque a veces lo hagas y te llevas un buen chasco porque la lían. La clave, en ese caso, es trabajar para recuperar la confianza. Cuesta mucho que sean autónomos porque implica mucha disciplina y esfuerzo pero, al final, un día que no estás pendiente y te fijas, ves que sus camas están hechas, que están sentados estudiando… Es una auténtica maravilla. Pero eso lleva detrás muchos días de broncas, de tirar de ellos.

Hay numerosos padres que prefieren hacerles las cosas, lo que va en contra de la autonomía de los hijos, ¿no?

Claro. Al final hay que pensar si lo hacemos por ellos o por nosotros. Quitarnos de encima los deberes porque cuanto antes los acabe antes podré hacer lo que yo quiero es más por nuestra comodidad que por ayudarles a ellos.

«En mi casa los nervios se pierden muchas veces al día, pero se reconducen. Eso es lo importante» 

Te pasas el día sin parar y apuntas en el libro que logras no alterarte ni cuando uno de tus hijos te dice «no me gustan los huevos fritos que has hecho para cenar», y tu piensas «¡si a todos los niños les gustan!». ¿Cómo logras mantener la calma cuando hay muchas madres que, incluso con dos hijos, no lo consiguen y se sienten sobrepasadas?

Es completamente normal. Debemos intentar controlar los nervios, templarnos. En una familia como la mía hay que asumir las consecuencias y saber que no siempre podemos disfrutar de un remanso de paz. Alguna vez se pierden los nervios. De todas formas, las madres somos muy propensas a echarnos mucha mierdecilla encima y es necesario cambiar. Debemos pensar que si hemos metido la pata hay que cambiar de actitud, resetear y tirar hacia adelante. En mi casa, los nervios se pierden muchas veces al día, pero se reconducen. Y eso es lo importante. Tenemos en el hall un espacio para reunirnos, hablar, rezar… Mi marido tiene un ojo especial para ver cuándo va a estallar un conflicto y, en ese momento, todos al hall para ver qué problema hay y que soluciones podemos aportar.

¿No debe ser fácil hacer ese cambio en el momento álgido de un conflicto?

Sí, es muy difícil. A veces se requiere un momento de reflexión: me voy a mi habitación, cierro los ojos seis minutos, respiro… Es mi técnica particular. Hace falta un reseteo. Hay veces en que tenemos un día malo completo, de la mañana a la noche. Lo bueno es que siempre hay un amanecer y una familia no es un sprint, cuentan todos los días.

«Muchas madres dicen es que mi hijo no me cuenta nada. ¡Pues claro, es que los hijos hacen lo que ven! Podemos enseñarles mucho con nuestra actitud»

¿Cómo fomentáis la comunicación?

Mi marido Israel y yo hablamos todo el tiempo. Nos contamos hasta las cosas más insignificantes. Es algo a lo que antes no le daba valor y me doy cuenta de que es muy importante porque el hecho de contarnos, comentarnos y apoyarnos hasta en las cosas más básicas ayuda a nuestros hijos a ver que lo hacemos y a ser más abiertos con nosotros y apoyarse también hasta en cosas muy básicas. Muchas madres dicen «es que mi hijo no me cuenta nada! ¡Pues claro, es que los hijos hacen lo que ven! Podemos enseñarles mucho con nuestra actitud.

¿Qué papel cumple Israel en el rol familiar y como pareja? ¿Cómo nutrís la relación?

A mí, en este asunto, siempre me ponen verde, pero mi marido es más importante que mis hijos. Mis hijos llegaron un día, y algún día se marcharán y yo seguiré con mi marido. A la única persona que he elegido en mi vida es a él, pero para mí es fundamental. Al final, el cimiento de la familia es el matrimonio y hay que tenerlo fortalecido: la comunicación, estar juntos, buscar tiempo para estar solos, ser un poco novios toda la vida…, es fundamental. Si nosotros dos estamos bien, alrededor puede pasar lo que sea porque podremos con todo. Por eso es importante trabajar para estar fuertes los dos juntos.

«El día que enterramos a nuestra hija nos dimos cuenta de que qué mejor que acoger a todos nuestros hijos, los que Dios quiera, como una bendición»

Has tenido algunos embarazos muy difíciles, de riesgo para ti vida y la de tu bebé. Fernando, tu tercer hijo fue gran prematuro y estuvo hasta en la UCI, lo que fue una experiencia muy complicada para vosotros. Al año nació Nazaret, que falleció a los pocos minutos de nacer. ¿Cómo consigues recuperarte de una pérdida tan dolorosa como su muerte? 

No lo consigues nunca. Su muerte fue un hito. Es un shock para la vida, para la familia. Aún así, pienso que es algo precioso tener un hijo en el cielo, yo lo digo siempre. Un hijo quiere estar con su mamá y el día que yo esté con ella, el encuentro va a ser la pera limonera. Pero es muy duro porque no estamos preparados para esto. Nunca piensas que un embarazo vaya terminar así, y menos siendo un caso tan raro como que naciera enferma de cáncer. Sientes que no es tu vida, que no te está pasando. Nunca pensábamos que algo así podría ocurrir. El día que enterramos a nuestra hija nos dimos cuenta de que qué mejor que acoger a nuestros hijos, los que Dios quiera, como una bendición. Te das cuenta de que la vida no te pertenece. Pensamos que lo controlamos todo, pero no es así. Se supera con mucho amor de la familia y con mucha oración.

La tenéis muy presente porque incluso celebráis cada año el día de su nacimiento, ¿no es así?

Sí, ella nació el día de San Juan Bosco y mi hijo pequeño se llama Bosco, en honor a ella, y su día será fiesta siempre. Es como nuestra patrona.

Después de todo tipo de experiencias con tus partos e, incluso de atreverte a hacer un vuelo desde China a España con contracciones, ¿de dónde sacas la valentía para seguir teniendo hijos?

Esta generosidad nace del agradecimiento. Veo que tengo una vida estupenda. Somos católicos y vivimos nuestra fe de una forma teórica, día a día. Hay tantas cosas tan estupendas, como los hijos que no son un adorno ni una carga en mi vida… ¿Cómo no voy a recibirlos si es lo que Dios quiere para mí? Yo lo recibo como una gracia, un don. Estoy muy agradecida. Es un don increíble.

«A veces los días no acaban como una espera, pero da igual. Cada mañana es una nueva oportunidad»

Aún así, ¿habrás recibido críticas por tener tantos hijos?

Intento responder con algún comentario irónico, de broma, sarcástico… Mucha gente, cuando no entiende algo, reacciona así. Se sienten intimidados por nuestra forma de vivir. Suelo responder con ironía, gracia…, pero a veces te pilla con el día torcido y te cuesta. Lo malo es cuando comentan cosas muy duras y soeces con los niños delante. Mi prima, que tiene siete hijos, respondió a una señora en el supermercado que la miraba con estupefacción: «Tranquila señora, que ninguno es de su marido».

¿Cómo te sientes cuando llega la noche, te metes en la cama y piensas en cómo ha sido tu día?

En «no sé como lo hemos hecho, pero hemos vuelto a conseguirlo». Estoy muy contenta con mis hijos, pero el momento en el que todos están en su cama es momentazo. Nos quedamos mi marido y yo solos en la «happy hour», hablamos o, incluso, en la cama los dos leyendo cada uno su libro haciendo piececitos…, me sabe a gloria. Cada día es un reto superado. A veces los días no acaban como una espera, pero da igual. Cada mañana es una nueva oportunidad y vamos a ello.

¿Te sientes realizada?

Sí, mi mayor realización son ellos, mi familia.