Un programa informático alimentado con textos religiosos, filosóficos y clásicos responde a las preguntas profundas del ser humano

ROSALÍA SÁNCHEZ  en ABC

Corresponsal en Berlín

Diciembre. 2022

Hace ya tiempo que la inteligencia artificial dejó de ser ciencia ficción para colarse en nuestro día a día. Sabe mejor que nosotros el camino más corto para llegar a casa, qué nueva serie estaremos deseando ver en cuanto conozcamos su existencia o cuánto estamos dispuestos a pagar por determinado producto. El siguiente paso parece obvio. ¿Por qué no consultar a este nuevo y omnipresente oráculo acerca de las grandes preguntas existenciales del hombre? ¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos? Si se le pregunta por el sentido de la vida a Siri, la inteligencia artificial con funciones de asistente personal para iOS, macOS, tvOS y watchOS ofrece una respuesta muy diplomática, casi gallega: «Quizá el sentido de la vida resida en darle sentido».

«Si hay cosas en la vida que significan algo para ti, probablemente vas por el buen camino», intenta animar al insistente usuario sobre la base de la información que tiene sobre él. Pero la respuesta sería mucho más precisa si el criterio de búsqueda de la respuesta estuviese basado en el gran acervo religioso y filosófico que la Humanidad ha ido acumulando a lo largo de su existencia. O al menos eso es lo que pensaron el poeta sudafricano Iain S. Thomas y Jasmine Wang, que también escribe poesía y promueve la conexión entre la industria y la sociedad civil para tratar de resolver incógnitas sobre el futuro de la raza humana.

Los dos acaban de escribir un libro junto con un tercer autor, el programa de inteligencia artificial GPT-3, transformador pre entrenado generativo 3 de Open AI, que tiene menos de dos años de edad. Durante meses, el programa ha sido alimentado con las obras filosóficas y espirituales más importantes de la humanidad: desde extractos de textos religiosos y filosóficos que han dado forma a la fe y la filosofía humanas como la Biblia, la Torá, el Corán y el Tao te king, hasta las reflexiones de Marco Aurelio o el Libro egipcio de los Muertos, pasando por obras clásicas como ‘El hombre en busca de sentido’ de Viktor E. Frankl, Poesía de Rumi, letras de canciones de Leonard Cohen y frases atribuidas a Hermes Trismegistro. La cantidad total de datos transferidos en esta especie de popurrí espiritual fue de 570 gigabytes. El programa informático DALL-E, también desarrollado por OpenAI, generó las ilustraciones. Probablemente nunca antes un ‘autor’ pudo incorporar tanta sabiduría y conocimiento de la humanidad a la documentación de una sola obra.